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Se cumplen 52 años de la presentación de Sandro en el Madison Square Garden de Nueva York

El Gitano hizo historia al protagonizar la primera transmisión vía satélite mundial. Un recital que estuvo marcado por la pasión, el descontrol y el éxito en Nueva York.  

"Cuando comience a caminar la pendiente que por fuerza debe andar todo artista y haga el balance de mis cosas, veré que esto es, quizás, lo más importante que me pasó en mi vida artística". Hacía minutos, Sandro había brillado en el escenario del Madison Square Garden de Nueva York. El cantante se había convertido en el primer artista latinoamericano en actuar allí. Su show había sido la primera transmisión vía satélite del mundo. Había hecho historia. Pero Roberto Sánchez, en medio de la emoción y los nervios, tuvo la sensatez de lanzar esa frase.

Ese 11 de abril de 1970 había caído sábado. Y sus nenas deliraron en el norte y en el sur del continente. Algunas, las más afortunadas, estuvieron a escasos metros del Gitano. Otras siguieron de cerca cada instante del recital desde Argentina, donde los televisores debieron sintonizar Canal 9, que dirigía Alejandro Romay. Por primera vez, la mayoría se enteraba sobre algunas de las funciones de los satélites que habían lanzado desde la Unión Soviética y desde Estados Unidos. La transmisión del recital de Sandro fue en vivo y en directo desde New York a las 20.30. “Vía satélite”, rezaba el graph en la televisión.

“Señoras y señores de Argentina, Canal 9 Libertad y su cadena del interior; Venezuela, Radio Caracas, Televisor y Red Nacional; Uruguay, Canal 4 Montecarlo; México, Canal 8, Televisora Independiente de México; Perú, Canal 5 Panamericana y su red nacional; Colombia; Ecuador; Estados Unidos; Puerto Rico; Chile; San Salvador; Honduras; Nicaragua; Costa Rica; Panamá y Guatemala: ¡Muy buenas noches!”, arrancó la inconfundible voz de Cacho Fontana, que ofició de presentador.

Y continuó, con esa cadencia vocal tan suya: “Desde el Felt Forum del Madison Square Garden, en la ciudad de Nueva York, asistiremos al primer recital que vía satélite brinda un cantante en el mundo. Y corresponde a América el punto de partida en este tipo de espectáculos, y lo hará brindando la música y las canciones de una de las personalidades más importantes y avasallantes de este tiempo. Señoras y señores, con la orquesta conducida por el maestro argentino Jorge López Ruiz, aquí está: el ídolo de América, ¡Sandro!”.

El Gitano tenía 24 años y contaba con una lista de éxitos. Brillaba en cada escenario que pisaba. Y el Madison Square Garden no fue la excepción. Con una orquesta de 18 músicos dirigida por Jorge López Ruiz, abrió con la emblemática “Tengo”. Le siguieron 21 temas. El recital duró una hora y media. Y en el final, con Sandro vestido de smoking blanco y camisa rosa arrasó con “Guitarras al viento”.

En Estados Unidos, los organizadores no podían creer el furor que despertaba el cantante. Las fans se multiplicaban en las calles y no paraban de gritar. En los alrededores del estadio se dispuso un operativo de seguridad, a cargo del cuerpo de bomberos de Nueva York, con tres autobombas, tres ambulancias y policías con palos de goma. Una hora antes enviaron un autobomba y dos ambulancias de refuerzo. Todavía faltaba un rato para el show. Pero cuando empezó, los policías ya no pudieron con el descontrol. Tras el primer tema, Sandro debió pedirles a sus fans que volvieran a sus asientos y no intentaran trepar al escenario.

“No sentí terror antes del espectáculo. No era consciente de lo que estaba viviendo… Hasta que escuché la presentación de Cacho (Fontana)... Me sentí como cuando canté en vivo, y en serio, por primera vez en un escenario, en Juventud Unida de Llavallol”, le contó Roberto a la escritora Graciela Guiñazú, su biógrafa, autora del libro “Sandro de América”, sobre sus sensaciones. El shock que provocó fue tan grande que Sandro volvió a ese escenario neoyorquino en 1971, en dos oportunidades, 1976 y 1977.

En esa misma nota, Sánchez contó una anécdota maravillosa: “Cuando terminó todo, yo estaba en un banco del vestuario del Madison Square Garden conmovido por ese recital histórico y de pronto Cacho Fontana me dice: ‘Che, nene, afuera hay una mina que dice que es tu maestra’. Me reí y le contesté en broma: ‘¿Sabés cuántas maestras tengo yo?’. ¡Pero esta vez era verdad! En el pasillo estaba la señorita Elsa Texeira, mi maestra de sexto grado, la que me exigía puntuación, acento y lectura, la que apenas me vio entrar al grado me preguntó: ‘¿Así que usted es el poeta Sánchez?’. Y yo, rojo como un tomate por la vergüenza, sólo atiné a un: ‘Sí, señorita’.

Y completó: “Habían pasado trece años y Texeira tenía el mismo peinado ‘de hornero’, pero lucía un pantalón pata de elefante bordó con lentejuelas. La vi y me quedé duro. ¿Sabés cómo me latía el corazón? Vivía en Nueva York, era dentista, se había casado y tenía hijos; y cuando se enteró que aquel ‘poeta Sánchez', su alumno, era ‘Sandro de América’ me vino a ver. Casi me pongo a llorar de la emoción. Imaginate uno de los días más trascendentes de mi carrera, rodeado de desconocidos, tan lejos de mi país, y me viene a ver ¡mi maestra!”.

El recital había estado dividido en dos. La primera parte cantó Tengo; Palabras viejas; Penas; Trigal; Fácil de olvidar; Las manos; La vida continúa; Después de la guerra; Existe una razón; Así; Como lo hice yo; y Quiero llenarme de ti. En tanto, en la segunda finalizó el show con Una muchacha y una guitarra; Me amas y me dejas; Te quiero tanto, amada mía; Porque yo te amo; Sin sentido; Rosa Rosa; Se te nota; El Maniquí; Penumbras; y Guitarras al viento. Una catarata de éxitos.

Ese día, Sandro marcó un día histórico para la televisión y la música. En Estados Unidos también se llevaba a cabo otra hazaña de la ciencia. Una hora y 45 minutos antes del inicio de su show, desde Cabo Cañaveral, la NASA lanzaba al espacio al Apollo XIII. Dos días después, el astronauta Jack Swigert le diría a la base norteamericana: “Houston, tenemos un problema”. El alunizaje tuvo que abortarse debido a un incendio en un tanque de oxígeno del módulo de servicio y la misión se reconvirtió: Había que traer con vida a los tres astronautas. Algo que se logró un par de días después. Para ese entonces, el Gitano ya gozaba de su nuevo status. Se había convertido en Sandro de América.

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