Analía García es arqueóloga, reside en Lanús, y desde 2018 se encuentra investigando la casa del fundador de nuestra localidad, que días atrás fue demolida para construir un edificio.
– Desde un punto de vista arqueológico e histórico, ¿qué significado tiene la casa de Anacarsis Lanús y cuál era el estado en que se encontraba antes de la demolición?
Vale aclarar que muchos vecinos conocen los restos de la chacra de Anacarsis como «Villa Martínez de Hoz». Esto es porque Federico Martínez de Hoz le compró en 1881 a Anacarsis el terreno y la chacra que se encontraba en su interior. M. de Hoz se lo heredó a su hija Sara y ella en 1926 solicitó a la inmobiliaria Gimenez, Zapiola, Panelo y Cía el loteo y la venta de las 12 manzanas que tenía para ese momento la estancia. A partir de ahí se empezó a construir el barrio. Pero Anacarsis había comprado en 1854 a Dolores Sandoval de Celis un terreno que llegaba casi hasta el Hospital Evita y ocupaba lo que hoy es toda la zona de Lanusita.
Ya para ese momento había una edificación en su interior que provenía por lo menos de 1820. Lo que se demolió eran los restos del cuerpo principal de la casa de veraneo de Anacarsis. Ese lugar tenía un alto valor cultural (tanto arqueológico, histórico como memorial para la historia lanusense en particular y argentina en general), porque no sólo era uno de los pocos vestigios materiales del siglo XIX que aún permanecían en pie y que habían sobrevivido a los procesos de la urbanización, sino que también fueron los restos de una de las viviendas del considerado fundador del municipio.
Anacarsis fue un personaje de importancia en la historia de formación de la nación argentina. Él fue muy amigo del ex presidente Bartolomé Mitre y mantuvo vínculos comerciales y políticos con él (por ej: financió a las tropas aliadas en la guerra de la Triple Alianza, envió dinero a Mitre para sustentar las Revolución del ’74, para fundar el Diario La Nación, e incluso llegó a estar preso en Asunción luego de entrevistarse con Francisco Solano López en pleno contexto bélico). Uno puede debatir la complejidad de estos sujetos históricos y pararse en diferentes veredas, pero no se puede negar que sus acciones políticas y económicas impactaron en la formación del Estado moderno argentino y eso es un tema de relevancia para nuestra sociedad e historia.
Antes de la demolición estaba en muy mal estado de conservación y a la venta. Ya desde 2021 estaba registrado como Yacimiento Arqueológico y bajo la protección de la Ley Nacional 25.743. Sigue a la venta, pero ahora el lote. Mi idea era que allí se haga un espacio cultural, un museo de sitio o una biblioteca, algo que todos los vecinos podamos disfrutar y apropiar como nuestro, con todas sus narrativas.
– ¿Cómo se llegó a la demolición, cuáles fueron los fines, y si los hay, quiénes fueron los responsables?
Desde que comencé con la investigación en 2018 intenté comunicarme con su dueño, el Sr. José Durante, él fue secretario de Cultura en el municipio. Mi idea siempre fue poder trabajar en conjunto con él y llegar a un acuerdo con la Municipalidad para que compren la vivienda, poder hacer estudios de arqueología de la arquitectura y así saber la historia de vida de la edificación y después hacer una puesta en valor, lo que te decía antes, un museo de sitio, una biblioteca…Pero el Sr. Durante no me respondió por años y cuando lo hizo, el año pasado, se negó a esto e incluso me dijo que me haría juicio porque esto lo perjudicaba económicamente. La Municipalidad me dijo que no tenían el dinero para comprarlo y, restaurarlo, etc.
Debido a las falta de respuestas del Sr. Durante por largo tiempo, vi que la única vía posible para evitar que se demuela era que se patrimonialice. Lo primero que hice fue registrarlo como yacimiento según la ley nacional 25.743 (obviamente que para ello ya tenía el sustento de todo lo que venía investigando), luego armé un proyecto de ordenanza y un concejal lo presentó en el HCD, allí se aprobó y pasó al ejecutivo local. El problema que hubo es que si bien el ejecutivo municipal aprobó el proyecto nunca se emitió el decreto y la ordenanza nunca se promulgó, con lo cual, nunca llegó a tener la protección municipal. El decreto nunca se hizo porque el HCD citó a Durante para notificarlo sobre esto y él se negó a la patrimonialización, entonces se archivó el expediente.
Parece que lo que un particular desea o quiere ejerce más poder que un ejecutivo local. Finalmente, en obras particulares autorizaron la demolición por la falta de la ordenanza, pero nunca le dieron importancia a que el sitio ya estaba registrado como patrimonio arqueológico. Cuando un sitio arqueológico es declarado pasa a ser de dominio público, es decir que pasa a ser de todos los argentinos y el Estado, según su jurisdicción (en este caso el Municipio) tiene su tutela y salvaguarda. Algo que las autoridades locales no respetaron y algunas de las áreas de gobierno local tampoco. Los fines, creo que están a la vista. Urbanizar, urbanizar y urbanizar. Pero te digo algo interesante, a pesar de todo esto que te comento, en la página del Municipio en la sección de secretaría de Desarrollo Urbano dice que uno de los objetivos del área es proteger y conservar el patrimonio histórico y arquitectónico del Municipio…
– No es la primera vez que Lanús pierde un ícono histórico, la antena de Radio Argentina, la vieja terminal de tranvías de Lanús Este, hay un viejo castillo en Escalada llamado «La Marta» (al lado de la UNLa) que podría correr la misma suerte si no se encienden las alertas. ¿Qué se puede hacer para impedir semejante atropello a nuestro patrimonio histórico?
Bueno, en principio considero que lo que más fuerza ejercer sobre estas situaciones son los vecinos. Los ciudadanos nos tenemos que apropiar de nuestros lugares, porque allí es en donde transcurrieron los hechos, se narraron las historias que nos hacen ser quienes somos hoy en día. No obstante, sé que a veces eso no es suficiente. Un problema importante que tenemos es que en Lanús no hay ninguna ordenanza de Tratamiento y Valoración de Edificaciones Históricas. El nuevo código de planificación urbana no contempla nada sobre estos temas, solo apunta a los emprendimientos inmobiliarios. Mínimamente, debería empezarse por aquí, por pedir a nuestros concejales que trabajen en esto, pero en algo bien armado, articulado y que contemple diferentes tipos de edificaciones históricas e incluya lo arqueológico.
La arqueología no es sólo prehistórica o el estudio de las grandes civilizaciones. Por desconocimiento, a veces las personas piensan que arqueología urbana sólo hay en Roma, en México Capital, pero no. Estamos rodeados de espacios en donde se forjaron momentos fundamentales de nuestra historia, y eso también forma parte del estudio que hacemos los arqueólogos que nos avocamos a esta rama de la disciplina. Nosotros la llamamos arqueología histórica y esta puede ser urbana, rural… es la arqueología de nuestro pasado reciente. El tema es que todo está tan urbanizado que no vemos lo que en realidad está ahí, a simple vista. Por ejemplo: ¿Cuántos años estuvo la torre de la chacra de Anacarsis ahí? y todos sabían que era un lugar fuera de lo común, no sabrían su historia, pero si imaginaban que era un lugar que tenía algo que contar.
También creo que deberíamos presionar para que haya normativas provinciales sobre Patrimonio Cultural, Buenos Aires no tiene. Y eso finalmente, debería articularse con la Ley Nacional de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico 25.743 y su decreto reglamentario 1.022.
– ¿Cuáles son las acciones que se están desarrollando para que los responsables paguen por este hecho?
En principio, yo he realizado las denuncias correspondientes ante las autoridades de aplicación (provinciales y nacionales). Solicité al HCD que por favor realice una investigación interna para determinar responsabilidades. El lunes 25 de julio fui a Obras Particulares a presentar una nota para la Dirección de Habilitaciones de Obras Particulares y para la Dirección de Inspección de Obras Particulares. Me tuvieron más de 2 horas porque en el área no me querían recibir la nota, me enviaron a distintos sectores del CAV. Finalmente me la recibieron por mesa de entradas. Allí solicito que me viabilicen el acceso al lote para hacer un rescate arqueológico, junto con ello entregué un plan de trabajo de las tareas a realizar. Les pedí celeridad para poder recuperar la mayor cantidad de restos materiales y sus asociaciones contextuales antes de que se siga con las obras. Tengo entendido que quieren hacer un edificio de 4 pisos. Hay información que ya se perdió y nunca más se va a poder recuperar. Esto es porque hay asociaciones de materiales que ya no están por la demolición. No me pueden negar el acceso al lote, eso también está contemplado en la ley 25.743. Así que apelo a que mínimamente dejen de poner piedras en el camino y me viabilicen esto. Todo lo que se recupere irá al Museo local Juan Piñeiro.
– Por último, como arqueóloga, ¿qué detalles pudo apreciar del lugar, antes de su demolición, que podrían tener un carácter histórico y arqueológico que pudieran enriquecer nuestra historia local?
Bueno, un poco lo que te conté antes y algunas cosas más. Quienes hacemos arqueología histórica tomamos las fuentes documentales históricas como un objeto arqueológico más y eso lo relacionamos y analizamos con la presencia y ausencia de otros objetos materiales e inmateriales. Por ejemplo, a partir del plano del loteo, pude elaborar un mapa en el que se observa en qué lugar del paisaje actual estarían ubicadas las diferentes edificaciones que tuvo la chacra (área de servicios, caballerizas, norias, palenques, etc).
También me focalicé bastante en la relación entre Anacarsis y Bartolomé, estudié correspondencias entre ellos, la sucesión de la familia y otros documentos que me llevaron a conocer más sobre la historia de los Lanús. Sus negocios, inversiones, deudas. A él y sus herederos le terminan ejecutando hipotecas y rematando propiedades porque hacia el último cuarto del siglo XIX tenían muchísimas deudas con el Banco de la Provincia de Buenos Aires y con diferentes acreedores.
También me centré en las distintas narrativas sobre la propiedad y la familia, por ejemplo: hay personas que sostienen que la torre era para el avistamiento de los malones indígenas, pero en realidad para el momento en el cual seguramente se construyó la torre, las líneas de frontera estaban desplazadas bastante más hacia el sur de Buenos Aires. Lamentablemente con la demolición, hay cosas que ya no podré estudiar con mayor detalle para luego contar a la comunidad.
Otro relato que empecé a explorar y me interesa mucho es el discurso que hay en las declaratorias patrimoniales asociadas a la familia en su relación con los contextos históricos de promulgación de esas legislaciones. Entre ellas tenemos la capilla Santa Teresa, la Casa de la Cultura, en donde funcionó la Sala de Primeros Auxilios y por supuesto el decreto del ’55 que le da el nombre de Lanús al municipio, que antes se llamaba 4 de Junio. Sobre todo esto he escrito varios trabajos y ellos están disponibles de manera gratuita en la web.
Todo esto forma parte de la historia de formación del partido, las discusiones que surjan en relación a la historia de otras familias fundadoras, quienes tuvieron terrenos aquí, como se asociaban políticamente. Cada una de esas cosas es un poco de historia de nuestro pasado que está también entre medio de nosotros. Pasado que con diferentes matices está en el presente.
Material fotográfico: colección de Analía García
Nota publicada originalmente en Diario Vida de Lanús
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