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Déficit Comercial Energético, el primer paso para la solución es el Gasoducto Néstor Kirchner

El Director del Instituto de Energía de la Universidad Austral, Ing. Roberto Carnicer, indica que la ejecución y puesta en marcha del gasoducto Néstor Kirchner es un primer paso que permitiría disminuir fuertemente el histórico déficit negativo de la balanza comercial energética, que hoy depende de los volúmenes de importación y de los precios internacionales principalmente de gas natural y gasoil.

Compartimos las reflexiones más importantes del especialista en energía e hidrocarburos de la Universidad Austral:

Históricamente desde el año 2010, nuestra balanza comercial energética fue negativa, alcanzando picos de 8.000 MMuSd (2012), la llegada de la explotación shale permitió que la balanza fuera casi reducida a cero en 2019, con una fuerte reducción de importaciones de gas.

Al analizar la evolución del balance comercial energético anual de Argentina, se evidencia el déficit sistemático producto de las importaciones de hidrocarburos, que se agrava en períodos, como el actual, donde los precios internacionales son extraordinariamente altos. Al mismo tiempo, se observa una mayor importación volúmenes de productos refinados para satisfacer la demanda interna, que no está logrando ser satisfecha y requiere volúmenes de importaciones superiores a los de años anteriores.

Un país con la riqueza en recursos hidrocarburíferos, demostrada con la explotación del shale de Vaca Muerta y el off shore del sur argentino, no puede darse el lujo de ignorarla y quedarse estático por la macroeconomía. Es imperiosa la necesidad de dar las condiciones de seguridad jurídica para desarrollar los proyectos de infraestructura que permitan su explotación como potencia energética. Además, es una de las riquezas (además del litio, hidrógeno, solar, viento) que le permitirían estabilizar sus desequilibrios económicos.

Uno de estos proyectos es el gasoducto Néstor Kirchner (proyecto que ya existía en su planteo original en 2019, que estuvo a punto de ser adjudicado y que fue innecesariamente demorado desde ese año hasta el presente). Este gasoducto debe ser considerado dentro del concepto de política de estado. Pero no debe quedar solamente con el objetivo de abastecer al mercado doméstico y de reducir importaciones.  Un efecto que también favorecería nuestra macroeconomía es el de aumentar las exportaciones de gas. Este gasoducto es solo una parte imprescindible pero pequeña de un plan estratégico general para el desarrollo del gas natural para el autoabastecimiento y para la exportación en gran escala. 

Pensando en el corto plazo, y para subsanar la sistemática coyuntura de las importaciones de gas y gas oil, urge el desarrollo de la primera etapa del gasoducto, pero sin dejar de pensar ya en la concreción y planificación de la segunda etapa para alcanzar los 40 MMm3/d en tres años. O nuevamente nos plantearemos este mismo problema todos los inviernos.

Hoy nos encontramos con una extraordinaria potencialidad de producción de gas restringida a la capacidad de los actuales gasoductos.  No se llega a la zona de la demanda del Sur de Santa Fe, Sur de Cordoba, y Buenos Aires, y se debe recurrir a la importación de gas (via barco regasificador) y de gas oil para el despacho de las centrales térmicas. De allí la necesidad imperiosa del gasoducto.

Pero el problema no se limita a la demanda mencionada, la demanda de gas del norte argentino depende en un 80% para su abastecimiento del gas boliviano, que hoy, además, no puede ser asegurado de tenerlo para los próximos años.

Argentina ya debería estar definiendo la nueva estructura de gasoducto requerida para el abastecimiento doméstico más eficiente y las futuras exportaciones, y generando las condiciones para que se le asegure al sector privado el recupero de la inversión a ser realizadas en las concesiones de transporte mediante tarifa (tal vez una filosofía similar al del Plan Gas.AR donde el estado asegure la tarifa en dólares,  aunque no se traslade al consumidor, permitiría la concrecion de estos imprescindibles proyectos)

Las importaciones y los precios internacionales afectan nuestro balance comercial energética, y se observará fuertemente en los meses de junio y julio.

Existe una demanda de gasoil para satisfacer las necesidades del campo que no logramos cubrir con la producción doméstica, agravado por una cierta demanda encubierta de contrabando ante el gran diferencial de precios de los combustibles en Argentina en comparación con nuestros vecinos. Y no es una novedad el grave problema que estamos teniendo con el desabastecimiento que se registra hoy en más de 20 provincias, y nos lleva a importar más.

Desde el Instituto de Energía de la Universidad Austral presentamos un nuevo Reporte Energético. Si bien esta última edición evalúa el consumo de los meses de marzo y abril, los datos que arrojan validan lo que está sucediendo actualmente en nuestro país, que es una crisis de abastecimiento energético dado al fuerte consumo de los meses de junio y julio.


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