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La Universidad Nacional de La Plata cumple 116 años

El presidente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Fernando Tauber, manifestó hoy el "orgullo" que siente por esa casa de estudios, en el marco de su 116° aniversario.

"Nuestra querida UNLP cumple 116 años y no podemos estar más orgullosos de la universidad pública que supimos construir, junto a estudiantes, docentes, no docentes, investigadores y a la comunidad toda que nos acompaña a cada paso", posteó Tauber en redes sociales.

En esa línea, el vicepresidente de la UNLP, Martín López Armengol, reafirmó "el compromiso con la universidad pública, abierta y reformista" en un posteo en Twitter.

Y, en declaraciones a Télam, añadió que siente "orgullo de pertenecer a una institución educativa de excelencia" y que cada aniversario "sirve para reafirmar el compromiso que todos tenemos con la educación pública al servicio de la sociedad"

En tanto, el intendente Julio Garro saludó "a la Universidad y a toda su comunidad educativa", destacó que "son un orgullo para los platenses y parte central de nuestra historia y crecimiento".

Nacionalizada el 12 de agosto de 1905 con Joaquín Víctor González como primer rector, la Universidad de La Plata se sitúa entre las principales del país, del continente americano y del mundo.

La casa de estudios cuenta con 17 Facultades y 5 colegios, donde cursan 110 mil alumnos de grado e ingresan por año alrededor de 33 mil estudiantes desde todo el país.

Diversas facultades enviaron saludos a la UNLP, como la de Ciencias Económicas que señaló: "Pública, gratuita, autónoma y cogobernada: nuestra Universidad Nacional de La Plata siempre nos llena de orgullo".

Desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social remarcaron: "Sigamos construyendo una universidad pública, popular e inclusiva".

El Conicet expresó en una publicación: "En un nuevo aniversario de su fundación, saludamos a todas y todos quienes integran la comunidad científica y académica de la UNLP" a la que consideró un "baluarte de la educación pública, gratuita y de calidad".

Repetición desarmónica
Dra M.Aurelia Di Berardino
Prosecretaria de Posgrado

Siempre se puede volver. Lo raro del caso es saber adónde se vuelve y para qué. En especial en estos encuentros semanales.

En mi caso sumé un par de adquisiciones a mi estantería mental. Sé ahora que hay una relación entre la música y la química cuya expresión, en este caso, viene de la mano de un aparato del siglo XVIII. Era una lámpara, ¿recuerdan? Y ese instrumento se designa como lámpara porque algo explosivo y un tanto brillante ocurre en él:


En el recipiente provisto de dos orificios se colocaba el metal sumergido en agua, en el orificio superior se introducía un tubo con ampolla de seguridad, que también se sumergía en el agua, por donde se agregaba el ácido y en el orificio lateral se colocaba un tubo por donde se liberaba el gas producido dentro del recipiente. Para demostrar que el gas generado en el aparato era hidrógeno aprovechaban la propiedad del mismo de ser combustible en presencia de oxígeno, por lo cual, acercando un cerillo al extremo del tubo lateral y en contacto con el aire se producía una llama poco brillante pero muy calórica, por esto se le dio el nombre de “Lámpara”; también se podía demostrar acercando a la llama una superficie fría donde condensaría el agua producto de la combustión entre el Hy el O2: 2H2 + O2 → 2H2(CURSO ELEMENTAL DE QUÍMICA PARA EL USO DE LAS UNIVERSIDADES, COLEGIOS Y ESCUELAS ESPECIALES. Tomo I, Mr V. Regnault, Imprenta de Crapelet, París, 1850).

 
Huelga agregar la recomendación vital para el caso: “No lo intenten en sus casas”. Puesto que también aprendí, que más que musicalizar el patio, balcón o jardín, el uso de este procedimiento puede derivar en un vecindario chamuscado y una consiguiente explicación capusottesca al cuerpo de bomberos: “Yo solo hago pop. Pop para divertirme”.

Finalmente, y para evitar otros derroteros posibles, lo de que la lámpara sea filosófica pongamos por caso que le encontramos la vuelta por simple relación de fechas, momentos históricos y asociación libre (y no tanto). Lo cierto es que este instrumento fue pensado en épocas de la Ilustración, del siglo de las luces, de ese preciso momento en que Europa pensó que con el auxilio solo de la luz de la razón podía desalentar a las tinieblas de la ignorancia. El Sapere Aude (¡Atrévete a saber!) kantiano se expandió sobre territorios y coronas con la misma virulencia que una reacción exotérmica y así el viejo mundo parecía dejar atrás la oscuridad tan temida.

Seguramente esa luz solo desplazó la oscuridad a otros sectores del globo; nunca consiguió expulsarla. Porque hay que conceder que para que exista luz, algo tiene que estar bajo las sombras. Por supuesto también, que para darse cuenta de que la oscuridad es arrastrada, mas nunca extirpada por completo (y vaya si la periferia lo sabe), hay que amplificar la mirada, descentrarnos, acercarnos a la hoguera de otras explosiones. Aunque más no sea para no terminar consumidos en y por nuestras propias elucubraciones. Algo que se deja ver en lo retratado por René Magritte en su obra de 1936, La lampe philosophique. El ir hacia dentro, ya sea de nuestras almas o de nuestros saberes, es tan solo una excusa para volver a salir. Toda luz, sin oxígeno, se torna oscuridad. Y como aprendí, sin reacción y sin mezcla de elementos, no hay música posible.



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