Florencia terminaba de trabajar, como todos los días, y se disponía a viajar a su hogar, luego de una extenuante jornada. Pero esa tarde, no sería como todas.
(Gala Noticias)
"Hace unas semanas tomé un DIDI desde el trabajo hasta mi casa, son aproximadamente unos 10 kilómetros", comienza su relato. "Eran las 16.33hs, y cuento esto porque gracias a todos esos relatos que leo cotidianamente me sirvieron para poder salir. Me subí al auto, era un Chevrolet Blanco, adentro un chófer de nombre Cristian. Con "buena onda" me saluda: "Hola Flor, ¿cómo estás?"
Hasta aquí, todo parecía normal, pero justamente donde comenzó el calvario. "'Bien bien...' le digo, y fue el pie para que se disponga a hablarme de manera ininterrumpida durante lo que quedaba del viaje.
Algunas de esas preguntas eran normales, las que te puede hacer algún tipo en la cola del banco.
Pero las siguientes no lo eran: '¿Cuántos años tenés?'; 'AH SOS UNA BEBÉ!'; '¿Cuanto ganás?'; '¿Tenés novio?', '¿Hacé cuánto?' '¿Para cuándo?' "
El interrogatorio ya había tomado otro rumbo, completamente invasivo, desubicado, fuera de lugar.
"'PARA CUÁNDO QUÉ?', le dije...
'Y dale... vos sabés, ¿para cuándo?'"
A todo, Florencia ya veía que las cosas no estaban andando bien, y activó sus alarmas. "Les aviso a mis compañeras de trabajo por el chat que el tipo era raro, manejaba mal y me hacía preguntas incómodas, seguido de esto envío ubicación a ellas y a mi novio".
Todo se fue poniendo peor al seguir el viaje. "Yo ya había dejado de responder. Sentada en el asiento detrás del acompañante, mirando por la ventana mientras escuchaba un audio, escucho que enojado me dice: 'bueno...si no querés no te hablo más'. Nuevamente, no le respondí".
Y aquí la pesadilla tuvo su punto cúlmine. "Ya estábamos por Camino del Buen Ayre, habíamos pasado el peaje... me 'vuelvo', ya que estaba mirando por ventana...comienzo a sentirme mal, mareada, y la lengua adormecida, algo que jamás en mi vida me había pasado.
Miro por el retrovisor, él me miraba, miro sus manos...
Con una manejaba, con la otra sostenía un aerosol ,rojo con azul y pico blanco.
No, no era un spray de alcohol, ni tampoco Lysoform".
Como pudo, Florencia intentó volver en sí. "Reacciono, marco 911, le pateo todo el auto. Estábamos en plena autopista, en mi cabeza sólo se me venían miles de relatos y situaciones similares.
Pensaba que quizás no era lo que yo creía que me estaba pasando, pero también pensaba que no iba a salir, pero q tenía q reaccionar.
Abrí la puerta en medio de Camino del Buen Ayre. Comenzó a bajar la velocidad del auto y pude salir y correr... pidiendo ayuda.
La policía al teléfono, yo con ataque de nervios, no podía hablar, ni respirar, ni decir con palabras lo que había pasado.
Hasta que me cruzo con un chico que me ayuda a cruzar hacia donde estaba una garita policial, Buen Ayre y Debenedetti.
Todo lo que ocurrió después es lo que todos pueden imaginarse".
Florencia por suerte pude reaccionar y accionar, pero el trato no fue humanitario en la comisaría donde radicó la denuncia. "Pude reaccionar y hoy puedo contarlo. Gracias a que cada una cuenta los episodios que vivimos y nos ayudamos. Sí, hice la denuncia, pero salí llorando, salí culpable, salí con ganas de prenderlo fuego porque parecía que la culpa era mía, por qué no me tomé UBER, y obviamente ¿por qué no viniste el día del hecho? Mientras se disputaban si la comisaría a la que fui correspondía a la del hecho en sí".
"Porque siempre van a buscar un pero, si era de noche, la culpa era mía por salir de noche, si no, hubiera sido mi ropa, pero esta vez... qué tienen para decir? 16.33hs, de un jueves soleado, saliendo de trabajar, tapado, bufanda y barbijo.
Pero otra vez somos culpables.
Ojalá este relato sirva de algo y para cuidarnos entre todas", reflexiona Flor.
Florencia tuvo la suerte y la fortaleza para salir del calvario y denunciar. No tuvo el trato que debería tener en la comisaría, una vez más, revictimizando y no brindando la contención necesaria para un momento tan difícil, pero la denuncia hay que radicarla igual.
No deberíamos tener que decirlo, pero ahí va: cuidémonos entre todas. Avisemos donde estamos y no dudemos en mandar mensajes de alerta a nuestro grupo de pertenencia, porque hay sujetos sin escrúpulos, depravados, a la orden del día para arruinar la existencia a la vuelta de la esquina. Y nunca, nunca más hay que tener miedo.
Si sos mujer y sufrís cualquier tipo de violencia o corrés peligro de sufrirla, tenés derecho a que te ayuden y te protejan. La violencia no es solo física: también puede ser psicológica, sexual o simbólica. Ley 26.485.
La Línea 144 brinda atención telefónica especializada a mujeres víctimas de violencia de género durante las 24 horas, los 365 días del año. Es anónima, gratuita y nacional.
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