Es sabido que los incas sacrificaban personas para complacer a sus dioses. Pero un reciente descubrimiento hecho en Perú, arrojó nuevos antecedentes sobre una práctica de sacrificio mucho más común: el ritual de ofrecer llamas altamente caras y adornadas.
Cuatro de estos animales naturalmente momificados fueron descubiertas durante una excavación en Tambo Viejo, un ancestral centro administrativo Inca.
Arqueólogos aseguran que los especímenes extremadamente bien conservados, que fueron sacrificados hace más de 500 años, podrían haber sido asesinados no sólo para complacer a los dioses – para asegurar la efectividad de las cosechas, la salud del ganado y la victoria en la guerra – sino que para hacer las paces con otros grupos indígenas recientemente conquistados.
“Registros históricos indican que los sacrificios animales fueron importantes para la cultura Inca, quienes los usaban como ofrendas especiales a deidades sobrenaturales. Este fue especialmente el caso de las llamas, las cuales quedaban segundas sólo frente a sacrificios humanos en valor“, aseguró Lidio Valdés, arqueólogo de la Universidad de Calgary que descubrió los restos, a The Guardian.
“Los ofrecimientos fueron parte de otros festines y juntas mucho más grandes promocionados por el estado. El estado, entonces, hacía las paces con la gente local, formando alianzas políticas a través de la comida, y reclamaban el territorio como suyo a través de los sacrificios”, agregó Valdés.
A pesar que los sacrificios humanos fueran parte de un ritual para calmar a dichos dioses, las llamas eran la práctica más reiterada. Bernabé Cobo, un crónico del periodo de la colonización española, escribió que las llamas marrón eran sacrificadas al dios creador, Viracocha, mientras que las blancas se entregaban al sol.
Los rituales se realizaban en momentos claves del año: en Octubre, 100 eran sacrificadas para promover a la lluvia y en Febrero, otras 100 eran entregadas para detenerla.
Las llamas eran decoradas con valiosos brazaletes y cuerdas, siendo enterradas con cuyos decorados. Sus tumbas eran marcadas con plumas tropicales, quizás para cementar la nueva autoridad de los incas sobre la tierra.
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