Ventilación permanente, cruzada y distribuida, lo más abierto posible todo y ayudarse con ventiladores son sólo algunos de los consejos que figuran en la "Guía práctica para ventilar manualmente la escuela" elaborada por la Red de Investigadoras e Investigadores de la Salud (RAIIS) de cara al inicio de clases en el contexto de la pandemia por coronavirus.
"El objetivo de esta guía es que se comprenda la importancia de la ventilación y cómo debería ser en un contexto de referencia", señaló a Télam una de las redactoras del documento, Natalia Rubinstein, quien es docente en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA e investigadora del Laboratorio de Mecanismos Moleculares de la Metástasis Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (iB3-UBA)-Conicet.Ante la pregunta de cómo ventilar, la Guía (que puede encontrarse en las redes sociales de RAIIS) establece seis puntos clave: "mantener la ventilación de forma continua y no sólo entre clases"; "si hay que interrumpir la ventilación hacerlo por pocos minutos", y "siempre es conveniente abrir lo máximo posible, sobre todo los días con poco viento", son algunos de los consejos.
Además, se recomienda una "ventilación cruzada, distribuida y constante", esto es por ejemplo, "abrir ventanas y puertas de paredes opuestas (en caso de que existiera) y, en lugar de abrir mucho una ventana, repartir la misma abertura entre el mayor número de puntos posible (por ejemplo, es mucho mejor abrir 10 cm en 8 ventanas que 80 cm en una sola").
El quinto consejo es verificar que los pasillos también estén bien ventilados, "porque esto puede influir mucho en la ventilación de las aulas".
También se menciona que "se puede reforzar la ventilación usando ventiladores de techo o de pared en dirección hacia la ventana (que ayuden a mover el aire hacia afuera)".
"Sabemos que no todas las aulas tienen ventanas y puertas en paredes opuestas, incluso hay aulas con pocas ventanas o ninguna. Aún en estos contextos, cada apertura de puerta y ventana contribuye a ventilar", señaló Rubinstein.
Y añadió: "La guía sirve para comprender la relevancia de la acción de renovar el aire en términos de la disminución del riesgo de contagio, de usar espacios ventilados, cómo ventilarlos y por que en base a evidencia científica".
En este contexto, la RAIIS publicará en breve una historieta con la información adaptada directamente a las y los estudiantes: "La idea es que la ventilación del aula sea una tarea colectiva y que además la información sea llevada a casa para llegar a más lugares con las recomendaciones", indicó Rubinstein.
Una ventilación correcta es clave en la prevención del contagio de Covid-19 por acumulación de aerosoles esas "pequeñas gotitas de fluido respiratorio que emitimos al respirar, hablar, gritar, cantar".
"En caso de que una persona esté contagiada, estas gotitas pueden contener el virus e infectar a los que comparten el mismo aire. Al ser tan pequeñas pueden permanecer flotando en el ambiente incluso durante horas, comportándose como el humo de cigarrillo que podemos oler aun cuando no vemos a la persona que está fumando (o incluso esa persona ya abandonó la habitación)", explica la guía.
Un buen indicador para determinar que un espacio está bien ventilado es la medición del dióxido de carbono: "Al respirar, junto con los aerosoles, las personas exhalamos dióxido de carbono (CO2), por lo que la acumulación de este gas es un muy buen indicador de la acumulación de aerosoles (que pueden ser infectivos si hay alguien en periodo de contagio en el aula)", describe el documento.
Y añade que "al aire libre se observan 400 ppm (partes por millón) de CO2 En un espacio cerrado o mal ventilado el CO2 se acumula dependiendo del número de personas, la actividad que están realizando y el tamaño del espacio".
Personas expertas en aerosoles y ventilación recomiendan que la concentración de CO2 debería mantenerse por debajo de las 800 ppm
"Idealmente se recomienda monitoreo de CO2 continuo (...). En caso de no poder acceder a un sensor de CO2 de manera permanente, se recomienda hacer la medición regularmente (por ejemplo, cada 3 días) o cuando cambia el número de alumnos en el aula o el tipo de actividad", se especifica.
Un punto importante es que la ventilación no reemplaza otras medidas de cuidado como uso de barbijo y distancia, sino que se suma.
"La ventilación ayuda a reducir el riesgo de exposición a los aerosoles que se van acumulando a distancia (más de 2 metros) de la persona infectada", explicó por su parte Andrea Pineda Rojas, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y del Conicet y otra de las autoras de la Guía.
"Pero -continuó- si uno está hablando con otra persona a una distancia menor de dos metros está expuesto a una mayor concentración de aerosoles potencialmente infectivos, esto se llama contagio en proximidad (a menos de dos metros)".
La especialista agregó que "para reducir el riesgo de contagio tanto en proximidad como a distancia (sobre todo en lugares mal ventilados), es clave el uso de barbijo, que éste sea de al menos tres capas y esté bien ajustado a la cara, cubriendo mentón, nariz y boca".
Finalmente, el documento recomienda que "Si la ventilación lograda abriendo puertas y ventanas, prendiendo ventiladores que ayuden a mover el aire, no es suficiente, se debe suspender la actividad en el aula. Como alternativa, si bien es costosa, se pueden utilizar filtros HEPA, pero las especificaciones requieren de asesoramiento técnico especializado".
También participaron de la elaboración de este manual los investigadores de Conicet Jorge Aliaga (secretario de Planeamiento y Evaluación de la Universidad Nacional de Hurlingham); Sandra Cordo (del laboratorio de Virología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA) y Rodrigo Castro (del Instituto de Ciencias de la Computación (ICC), director del Laboratorio de Simulación de Eventos Discretos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA).
De la RAIIS también forman parte la infectóloga Florencia Cahn (de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología), María Eugenia Utgés (del Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación de Endemo-epidemias del ANLIS-Malbrán) y Mariano Pérez Filgueira (del INTA-CONICET).
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